Fuga

En esos instantes, recordó haber leído que cuando alguien toca algo y siente una textura, lo que en realidad siente es la resistencia de los átomos del otro objeto. la presión ejercida no es otra cosa que la fuerza magnética repeliendo el objeto, así fuese por una infinitesimal fracción de centímetro, no existe un contacto real entre objetos.

Reflexionó que, de alguna manera, todos los seres vivos no son más que elementos básicos unidos y mezclados en formas muy complejas, pero que a la larga, todo puede descomponerse y volver a su forma inicial, a los bloques elementales de la creación de las mismas estrellas.

Pensó que, si fuese posible controlar las longitudes de onda de los elementos que nos componen y hacerlas resonar de la forma adecuada, podríamos incluso hacer pasar nuestros cuerpos entre los espacios vacíos de otros cuerpos, hasta literalmente atravesarlos, como un fantasma traspasa una pared.

Se concentró en todo su ser, se imaginó no como una persona, se desligó de sus sentimientos, porque cuando sentimos nos hacemos más sólidos, lo que es otra forma de decir que podríamos también hacernos densos, indestructibles, pero su intención era lo contrario, desligarse de sus pensamientos, de sus emociones, soltarse y aflojar hasta los átomos.

Entonces, ante la vista atónita de sus captores, se desmaterializó completamente, hasta que sus blancos dientes se esparcieron como el humo de un cigarrillo como una sonrisa de satisfacción.