FRENTE AL ESPEJO

Me encontré con Esteban a eso de las ocho de la noche en un café de la zona uno. Cenamos liviano, panes con frijol y café, platicamos un poco de un par de temas sin importancia, el típico saludo de rigor y ponernos al día de lo que habíamos hecho o dejado de hacer.

Para ser sincero al principio me sentía bastante nervioso, tener a Esteban como mi padrino de esta aventura me confortaba un poco. El pan y el café fueron consumidos como por acto mecánico más que por tener hambre, aún así, tener el estómago lleno me hizo salir del café con buen ánimo. Emprendimos el camino casi a las nueve.

Mientras caminaba pensaba en el bullicio de la calle con sus luces color ámbar, vendedores callejeros, buses destartalados, los últimos de la noche,  alejándose desapareciendo entre humo negro y maloliente, como tragados por una neblina infernal.

Conforme avanzábamos íbamos llegando a unas cuadras no tan transitadas, en muchos callejones aún hay casas de adobe construidas hace unos ciento cincuenta años. Algunas casas fueron abandonadas hace mucho, quién sabe porqué. Tal vez sus dueños se largaron a vivir a otro lado, tal vez cayeron en desgracia y no fueron capaces de restaurarlas, qué se yo.

En un callejón había varios indigentes acomodándose para dormir, se sentía el acre olor de fluidos humanos en descomposición.  

Llegamos a una fachada alta, la casona vieja tenía cierto aire de dignidad o de orgullo viejo que al parecer era lo único que le quedaba, las ventanas estaban cubiertas con láminas, crecía musgo en los balcones, la puerta de era de madera y se veía podrida, pero se filtraba una luz por los pequeños espacios.

Esteban tocó la puerta con golpes fuertes, firmes.

-¿Qué se le ofrece?- Preguntó una voz del otro lado.

La respuesta vino a media voz.

-Un té de acacia.

Se escuchó el ruido de dos pesados pasadores, la puerta se abrió con mayor agilidad de la que esperaba.

-Adelante, bienvenidos.

Entramos, me sorprendió el cambio en el interior: cientos de candelas puestas en lo alto de las paredes iluminaban el recinto. las paredes interiores habían sido derribadas y eso dejaba un gran espacio que lo hacía apto para el propósito de sus actuales ocupantes. El piso también fue reemplazado por losas blancas y negras, como un gran tablero de ajedrez.

Aparte de las velas en las paredes, también había grandes candelabros en el centro del salón. Alrededor de dichos candelabros estaban dispuestos en forma circular y cada uno en su propio pedestal, enormes espejos ovalados, suficientemente grandes para reflejar de cuerpo entero a una persona.

Esteban me presentó con algunas personas, al parecer yo era el único principiante, no era un grupo que aceptase nuevos miembros muy a menudo.

Las circunstancias que me trajeron a esta reunión son algo complicadas, baste decir que siempre he pensado que este mundo de tres dimensiones es muy limitado, que todos intuimos que puede haber algo más, es posible que por alguna razón cósmica las personas que buscan cosas parecidas terminan juntas de alguna manera, y esa búsqueda me llevó a mi amistad con Esteban, que a su vez tuvo esa inquietud anteriormente y entabló amistad con otras personas antes que yo. Personas que compartían un conocimiento muy especial, transmitido desde hace muchas generaciones y celosamente guardado, del que yo ahora tendría el privilegio de ser testigo.

Alguien se me acercó con una taza humeante.

-Es un té natural-. Me comentaron. -Te va a facilitar el trance, solo para relajar los músculos-.

Tomé un par de sorbos, un poco amargo, pero era el típico sabor de un té de hierbas relajantes, al parecer faltaba poco para empezar.

Traté de concentrarme en las recomendaciones de mi padrino y otros que me alistaban para mi primera vez: relajar todos los músculos, dejar la mente en blanco, no entrar en pánico, estar abierto a cualquier posibilidad, no entrar en pánico.

Unos diez minutos después de mi degustación observé que dos o tres asistentes se acercaban a los espejos, acto seguido hicieron círculos con una gruesa línea de sal alrededor de cada uno estos, después me explicaron que la sal es una especie de repelente natural, un cuerpo físico puede entrar y salir tranquilamente, pero es mejor estar prevenidos por si cualquier cosa inesperada intentara salir.

Me acercaron al espejo con cuidado de no pisar el círculo de sal, una vez dentro, mi padrino y yo esperábamos la señal, la hora indicada cuando debían abrirse los portales, yo me sentía lúcido pero mis músculos estaban en total relajación, miraba mi reflejo ondulando en el espejo, tal vez era el efecto de las velas y el humo que producían, tal vez el vidrio era de mala calidad, tal vez era efecto de la bebida.

Al igual que Esteban y yo, otras parejas se colocaban frente a los espejos.

Alguien hizo una señal de que todo estaba listo, entonces los asistentes empezaron a entonar una especie de mantra, se me antojaba como un murmullo de baja frecuencia hecho solo con las gargantas, poco a poco el sonido se fue apoderando de todo el recinto, el sonido parecía arremolinarse e ir tomando fuerza con cada minuto, con cada expiración, de alguna forma inexplicable el ronco  “mmmmmmmmmmm” iba aumentando volumen, a ratos sonaba también como una “ooooooooooooo” que iba dando vueltas y vueltas, la ondulación en el espejo también se veía alterada por las pequeñas variaciones de esta nota continua, todo el lugar empezó a resonar como un enorme diapasón de locos.

Este sonido continuó por algunos minutos, yo miraba por el reflejo cómo todos estaban concentrados en hacer este sonido, cuando el reflejo empezó a distorsionarse y cambiar, me quedé atónito ante lo que antes era un espejo y ahora era una cosa extraña.
La superficie del espejo semejaba ahora una inaudita tina de una cosa líquida y plateada semejante a mercurio que burlaba tranquilamente la ley de la gravedad y se sostenía verticalmente sin derramarse.

Esteban se colocó atrás de mí y puso sus manos en mi espalda, empezó a empujarme hacia el portal abierto.

-Es la hora, buena suerte.

Por un instinto de conservación contuve la respiración al acercar la nariz a la superficie. Encontré muy poca resistencia, sentí cómo me iba sumergiendo en una especie de fría gelatina, cuando ya había entrado hasta las orejas algo empezó a succionarme, me vi inmerso en un espacio blanco y vacío. El ruido desapareció de inmediato.

Noté que estaba dentro de una especie de huevo, todo era blanco, casi al punto de sentirme cegado ante tanta blancura, cerré los ojos un momento  y entonces algo empezó a proyectarse en mi mente.

Me sentí sumergido en un océano interminable, olas violentas batían la superficie, la atmósfera sobre ella era pesada y ardiente, era incómodo estar tanto en el aire como bajo el agua. En el cielo se paseaban densos nubarrones grises. De una nube salió un rayo que hizo explotar todo y me dejó a oscuras.

Estaba sumergido en el agua y en la más profunda tiniebla cuando distinguí algo, una luz infinitesimalmente pequeña que flotaba en el agua, pensé que tal vez así podría haberse visto el primer ser vivo sobre la tierra. Esa lucecita pareció volverse dos, luego cuatro, dieciséis, empezó un crecimiento exponencial hasta que estuve flotando entre millones de organismos unicelulares, cada uno de forma diferente. Al parecer me hice lo suficientemente pequeño para verlos con detalle, estos organismos convivían, se reproducían... y se comían unos a otros.

Luego los unicelulares empezaron a formar otras figuras más complejas, algas, anguilas, peces de todos tamaños y colores se presentaron ante mí, juguetones, inocentes. Me pareció normal que un cardumen de sardinas se alimentase de plancton, luego un grupo de barracudas atacaron a los atunes, luego los tiburones a las barracudas, después me di cuenta que todos los peces estaban comiéndose a otros peces más pequeños y al mismo tiempo huían de otros más grandes en una escala que nunca había imaginado. Pronto se formó una carnicería tal, que el mar se tiñó de sangre, todos los animales se revolcaban en una violenta y frenética danza, ya no era para comer, era para matar.

Me acerqué a la playa y la misma escena se repitió con los animales terrestres: mamíferos carnívoros despedazando a mamíferos hervíboros, y los carnívoros al mismo tiempo eran diezmados por reptiles monumentales, aquello era una matanza horrible. La evolución se mostraba ante mí en todo su horror, especies evolucionaban para ser más sofisticadas y avanzadas, solo para ser asesinadas por otras.

Entonces apareció el hombre.

El hombre empezó a matar a todas las bestias, grandes y pequeñas, cada vez con herramientas más sofisticadas, luego se volvió contra sí mismo y hubo guerras, una tras otra, el ser humano en su lado más miserable y degenerado, matando sin ninguna piedad a diestra y siniestra, las más abominables imágenes de un infierno dantesco bailaban ante mí, quise llorar, quise que todo aquello se detuviera, que el ser humano tuviese compasión de sí mismo, de las cosas a su alrededor, pero aún con su sufrimiento a cuestas la barbarie continuó.

Después vino otra cosa, unos seres extraños, que nunca había visto antes, empezaron a exterminar al ser humano, tendrían el doble del tamaño de un hombre promedio, eran musculosos, de piel brillante, como escamosa, sus piernas eran muy gruesas y en sus pies habían garras, acabaron con los que antes acabaron con todo a su paso, ojo por ojo, diente por diente, sangre por sangre, sangre, sangre, sangre.

Sentí casi enloquecer de terror, quise huir, sentí que iban tras de mí, iba a ser exterminado.

Abrí los ojos.

El huevo dentro del cual flotaba empezó a empujarme, sentí como todo mi cuerpo era movido por esta masa gelatinosa, al mismo tiempo me sentí presionado, no al punto de la asfixia pero lo suficiente como para sentir que todo mi ser era envuelto por esta cosa que me apretaba como una semilla de sandía entre sus dedos, pensé si tal vez así se sentiría el momento del nacimiento.

la fase de “semilla de sandía” duró unos pocos segundos tal vez, sentí que comenzaba a ganar velocidad y en un  instante la presión desapareció y me vi disparado a una velocidad inaudita hacia el espacio.

Tuve que luchar un poco para recobrar el aliento, ahora iba suspendido en el vacío, aparentemente a la velocidad de la luz, o tal vez más, la tierra se alejó vertiginosamente, lo mismo hizo la luna, luego me di cuenta que me acercaba al sol, pero no sentía ningún aumento de temperatura, lo que me hizo pensar que probablemente lo que estaba presenciando era una proyección muy vívida, de igual manera no tenía problema para respirar, eso confirmó mi sospecha, trataba de deducir si estaba en una especie de portal dimensional o si eran imágenes proyectadas directamente en mi cabeza. Luego me empecé a inquietar, ¿y si era el té? quizás me habían puesto alguna droga y me encontraba en un viaje asombroso, pero, ¿cuánto tiempo iba a tardar el efecto? ¿iba a estar allí flotando para siempre?

Entré en pánico.

Casi tuve que darme una bofetada para entrar en razón, era lo que más me habían recalcado y era lo primero que hacía, tenía que controlarme, respirar profundamente, disfrutar el paisaje, en realidad no es tan malo, es hasta inofensivo.

el sonido de mis compañeros había desaparecido hacía algunos minutos, pensé que si iba a la velocidad de la luz me tomaría unos ocho minutos llegar al sol, podría ver al resto de los planetas alejándose ante mis  ojos. Ahora todo era silencio absoluto.

Al parecer iba acelerando, las cosas iban alejándose (o acercándose, depende de para dónde fijara la vista) cada vez más rápido. Ante mis ojos desfilaron una cantidad incontable de meteoros, lunas, planetas, estrellas de distinta denominación, gigantes rojas, enanas blancas, quásares, agujeros negros que engullían todo lo que se acercara a su campo gravitacional, observé cómo astros enteros eran comprimidos hasta sus átomos, cómo mientras eran destruidos disparaban chorros de materia y energía a millones de kilómetros de distancia para reaccionar con otros cuerpos celestes y tal vez crear unos nuevos,  cómo hasta la luz se distorsionaba alrededor de su increíble fuerza de atracción. Me alejé y pude ver los rarísimos magnetares, estrellas magnéticas de tal potencia, que si te acercaras incluso a miles de kilómetros te desintegrarían.

Me acerqué a los nacimientos de nebulosas; espacios tan inmensos y de cuyas entrañas emergían tales cantidades de galaxias, que no pude menos que maravillarme ante tal espectáculo.

Embelesado como me encontraba ante tales cosas, me estremecí cuando escuché una voz que sonaba como relámpagos, pero se escuchaba claramente:

-Esto que ves se ha repetido muchas veces, el universo no es más que una constante perturbación de la calma, una expansión que lleva a la materia a tomar formas aparentemente distintas, pero que siempre son iguales, camina por el mismo rumbo siempre, después de acabarse la fuerza de la expansión, se contrae y vuelve nuevamente a la calma, permanece un rato así y luego vuelve a su lugar para, después de poco tiempo, empezar otra vez el ciclo. Todo esto ha pasado una y otra vez, la misma historia, el mismo nacimiento, la misma muerte.

Apenas pude balbucir un ¿q… quién habla?

-Soy alguien que existe desde antes que tú, y después de tu existencia, con los de mi especie hemos sido testigos de todo esto, hemos visto esta y otras dimensiones.

No pude evitar preguntar, ¿otras dimensiones?

-Este universo es limitado, -respondió la voz de trueno.- hay otros mucho más grandes y maravillosos, tú estás aquí porque tienes preguntas y nosotros tenemos las respuestas, mientras estés aquí puedes navegar por todos estos lugares, visitarlos de cerca, aprender de ellos, puedes ir a otras dimensiones y conocer todo lo que estos universos te puedan ofrecer. ¿No es eso lo que quieres?

-Claro, más que cualquier cosa, estoy decidido.

Entonces vino la advertencia:

-Si aceptas, puedes venir cuantas veces quieras, puedes viajar donde gustes e incluso quedarte donde mejor te parezca, pero si en algún momento decides no volver, incluso con tu pensamiento, el portal quedará sellado para tí y nunca más podrás estar aquí de nuevo.Además, en caso de aceptar, llegará el tiempo en que reclamaremos tu alma y serás uno de nosotros, guiarás a los iniciados como lo hacemos contigo ahora.

Ahora ya no tenía miedo mi respuesta fue solemne ahora.

Acepto.

La dirección de mi viaje astral pareció cambiar entonces. El fondo negro del espacio desapareció y me vi lanzado de nuevo a la masa gelatinosa y fría, esta vez casi pierdo el aliento con el choque, de forma violenta fui disparado hacia el otro lado donde alguien me recibía como quien espera una embestida.

Tardé un par de minutos en recuperarme de la impresión, temblaba, me acercaron a una silla y por un buen rato estuve tratando reproducir y articular en mi mente todas las cosas que había presenciado, pensando si fue una alucinación, una proyección mental o qué rayos fue todo eso.

De esta primera experiencia hace ya un par de años, soy un miembro de esta nueva sociedad, vivimos vidas aparentemente normales, pero una vez al mes nos reunimos y nos turnamos para vivir esto que se ha vuelto una adicción, un lugar del que muchas veces no quisiera regresar.

Tal vez en algún momento encuentre a alguien más interesado en tomar un té de acacia.