Nørrebro. Puro karma.
domingo, noviembre 01, 2020
A pie en los asfaltos del hombre rojo: crónicas escandinavas
Nørrebro. Puro karma.
jueves, octubre 01, 2020
Sirena
Desde hace tiempo los humanos abandonaron la Tierra buscando planetas habitables. El sol se convirtió en una gigante roja engullendo todo a su alrededor en un evento tan antiguo que casi era una leyenda entre los sobrevivientes que fueron habitando lugar tras lugar. Asumiendo por supuesto que ya vencieron la barrera de la velocidad de la luz, uso de energía renovable y la cantidad de material y recursos necesarios para crear naves capaces de transportar una gran cantidad de personas.
El caso es que después de peregrinar de planeta en planeta, después de varias generaciones y poblaciones enteras perdidas y dejadas atrás por hambre, guerra, desastres naturales o simple vejez, unos pocos humanos elegidos encontraron un lugar relativamente estable - pero con algunos misterios - donde asentarse.
Después de mucho viajar, se dieron cuenta que el universo mismo estaba al borde del colapso: Las estrellas empezaron a apagarse, convertidas en enanas blancas, chocando entre sí uniendo sus campos magnéticos apagados para crear agujeros negros o estrellas de neutrones, la posibilidad de planetas cercanos capaces de sostener vida disminuyó hasta que llegaron a la conclusión que no había otro lugar hacia dónde emigrar. Después de heredar tanto conocimiento y tecnología por miles y miles de años, fueron involucionando y decayendo hasta ser simples campesinos en un paraje yermo y salvaje, viviendo una vida simple.
Un grupo de peregrinos se aventuró a explorar una parte raras veces visitada. La geografía del lugar irregular, una tupida vegetación hacía lento el avance, esperaban encontrar un valle donde pudieran asentarse. Ellos eran los pioneros, luego enviarían a alguien que serviría de guía a los que quisieran mudarse.
Encontraron un lugar suficientemente nivelado y despejado como para acampar, extendieron sus tiendas y se acomodaron. prendieron una fogata y comieron frugalmente. Estaban cansados; dejaron la fogata encendida y designaron a uno que se quedaría de guardia por si aparecía algún depredador o algo inesperado. Luego de unas horas se turnaría con otro para poder descansar.
pasaron las horas, el guardia jaló unas ramas para alimentar la llama. La noche sin estrellas se cerraba encima de él y lo abrumaba con su inmensidad, estaba bien abrigado y el calor, la luz de las llamas y el ambiente en general le hacía sentir una cierta pesadez en el corazón. Una nostalgia tal vez, de un lugar que nunca conoció pero al que le habría gustado regresar.
“Sabes que pronto se van a extinguir… ¿verdad?”
¿Había escuchado a alguien hablar o era él mismo pensando en voz alta sin saberlo? Vio a su alrededor, no había nada. La tienda de campaña estaba cerrada y la voz no se parecía a la de ninguno de sus compañeros.
El viento parecía mover las plantas en una forma extraña, no parecía haber nada alrededor… ¿O sí?
“Sabes que el futuro no existe y están resignados a desaparecer. Pasan los días como seres simples y básicos, cumpliendo funciones básicas, dándose un mantenimiento básico hasta morir”.
No eran sus pensamientos, era algo más. ¿Qué era? La voz parecía pacífica, no intentaba hacerle daño, había cierta vibración que lo tranquilizaba, que lo invitaba a contestar.
No supo si habló o pensó una respuesta: “Es cierto, somos animales de costumbres, nuestra paz está en la rutina, en repetir las mismas acciones día con día, ya sea la caza, construir algo, cocinar, porque en algo tan tedioso como la rutina se encuentra la perfección. Estamos aquí en medio de la nada, buscando un lugar nuevo, tenemos esperanza de reproducirnos y ver a nuestras familias crecer, pero al mismo tiempo sabemos que en cualquier momento, hoy o en cien o en mil años, el mismo sol que nos da luz y calor se convertirá en un monstruo que nos va a tragar a todos. ”
Casi de inmediato escuchó a la voz, como un susurro aterciopelado: “¿Y si te dijera que podrías ser eterno, dejar este tedio e incertidumbre, vivir para siempre y ver todo el universo en distintos tiempos y facetas?”
¿Cómo?
-Es muy simple, yo soy un ser eterno, multidimensional. Conozco los agujeros del tiempo, sé de dónde vienes, conozco los mundos de donde vienes, de donde vienen otros seres que no son humanos, pero podríamos decir para acomodarlo en tu lenguaje, que están vivos, que tienen una conciencia. Y puedo hacer eso posible, solo tienes que…
-¿Solo tengo que…?
-Solo tienes que dejarte llevar, venir conmigo, en otras palabras, ser parte de mí. Yo que soy inmortal y atemporal, si me acompañas, te puedo mostrar todos los secretos del universo. Solo abre tu mente. Fusiónate conmigo y serás parte de mí. Otros ya lo han hecho, soy uno y somos muchos. De esa manera puedes conocer otras conciencias, otras memorias, los recuerdos y conocimientos de otras entidades y los de sus antepasados que con cada ser que se fusiona conmigo solo crece más y más.
Eran unas palabras demasiado tentadoras, cerró los ojos. El deseo de expandir su conocimiento y a sí mismo hasta el infinito era algo demasiado tentador. Así que después de un rato de fantasear cómo sería ser parte de una conciencia y conocimiento colectivo tan vasto que abarcara otras razas y universos, se dio cuenta que la fogata ya no estaba frente a él, que estaba flotando como si estuviera en un espacio sin gravedad, vio unas luces semejantes a luciérnagas que flotaban en círculos a su alrededor, y él mismo era una luz que orbitaba como una galaxia en miniatura alrededor de un universo nuevo. Si la promesa estaba cumplida entonces no importaba nada más. Ya no tenía nada que perder. En un momento las luces se materializaron en un ente alto, profundo, sin figura humana definida pero con una presencia imponente, su cometido estaba cumplido. Podía irse satisfecho...
El segundo guardia no despertó hasta que estaba cerca el amanecer, abrió la tienda y buscó a su compañero pero no encontró ni rastro de él. la fogata era un montón de brasas humeantes. En vano buscaron y lo llamaron por los alrededores. Nunca lo encontraron.
En las aldeas corría el rumor de que en este planeta existían depredadores que utilizaban métodos muy diferentes para cazar que la burda y simple violencia. Tenían poderes telepáticos para embelesar a sus víctimas, algo así como las sirenas mitológicas que encantaban a los marineros con sus cantos hasta que perdían la cordura y se dejaban comer, felices de servir de alimento para los monstruos marinos.
jueves, agosto 06, 2020
Divina justicia
-Si me tocara atenderlo, lo dejaría sufrir hasta la muerte-, pensó un médico quien hacía guardia durante la noche en un hospital público al referirse al exdirector de ese lugar, arrestado por un caso de corrupción, mientras lo veía en el telenoticiero pidiendo a un juez que lo dejara salir porque estaba enfermo.
-Si, dejaría que se quedara sin oxígeno, vería cómo sus ojos se llenarían de sangre y cómo clamaría por ayuda, esperaría a que pidiera perdón por todo lo que hizo y finalmente apagaría el respirador para dejarlo morir en su miseria-. Absorto en sus fatales ideas, el joven médico no advirtió que la providencia le entregaría en esa lluviosa noche al exdirector convaleciente para que hiciera real esa fantasía que le carcomía la mente. Lo vio pasar en la camilla llevado por sus colegas hasta el pasillo del fondo. Trató de acercarse pero la ansiedad le revolvía el estómago. Con las náuseas de la rabia, avanzó para cumplir el deseo. Frunció el ceño, tenía que parecer enojado, quería estar molesto, había perdido seis años de su vida profesional por culpa del señor ese que yacía al final del pasillo. Quería sentir en su interior un odio tan incontenible que pudiera percibirse en todo el hospital y que cuando alguien preguntara por qué esa persona emana tanta maldad dentro de su ser, otros, los que decían conocerle, debían decir a la concurrencia intrigada que ahí camina el hombre que ha sufrido los embates de la injusticia en carne propia, que los tribunales y las condenas son para gente pobre, las prisiones y juzgados son solo para personas sin recursos, para los traicionados al firmar papeles que no debían firmar, a quienes les obligaron a decir cosas que no debían decir y luego a tener que aceptar sentencias que no querían aceptar.
Los recuerdos se agolpaban en su cabeza y su pecho volvía a sentir la inseguridad del pasado, de su juventud. Interrumpió sus miedos y tristezas, abandonó el llanto, retorció sus ideas y caminó sin temor hacia la camilla donde yacía el exdirector, ese hijo de puta que tanto daño hizo. Llegó finalmente, pero no pudo avanzar. De nuevo sus temores podridos trataban de impedir que abriera la cortina, pues temía deslizar con sus manos el frío plástico, acercarse al área aislada donde yacía el tipo.
Lo vería sufrir y disfrutaría la falta de oxígeno. Caminaría. Estaría frente a él. Lo despertaría tocándole un brazo. -Señor, ¿me recuerda? diría y cuando éste abriera los ojos con la impresión dramática de un mal actor de cine, se abalanzaría sobre su cuello, lo estrangularía hasta escuchar cómo los hueso se fragmentan en mil pedazos entre sus dedos. Pero, no era posible. La débil puerta de plástico era tan impenetrable, como un muro de hierro que el aire hace danzar.
Las luces comenzaron a parpadear, un fallo en la electricidad le despertó de su letargo y optó por caminar hacia el otro lado. Caminó durante minutos pensando en las probabilidades de asesinarlo y salir indemne del acto. De pronto, la conmoción y el bullicio le alertó, pues sus colegas apresuraban la marcha hacia el área donde permanecía el exdirector. -Está muerto-, dijo un médico quien dejó soltar un leve llanto y otros le acompañaron en su dolor. Más del alguno quiso aplaudir y otro gritar de júbilo y alegría, pero pese a que las ideas asesinas acompañen nos persigan en sueños, en esos caminos mentales que muchos no desean recorrer, todos sienten ese respeto por el vacío que deja la muerte en los lugares donde pasea con su guadaña. El médico que soñaba con el asesinato estaba sorprendido por lo ocurrido y comenzó a sentir culpa pues un fuego interno quería envolverlo en una risa perpetua de satisfacción por la inexistencia ya de un ser tan despreciable, pero su corazón se ahogaba en un mar de inquietudes, pues ese deseo tan intenso de matarle se volvió una realidad. Y tan real sentía la muerte que sintió que él mismo le había asesinado.
Cubrieron el cuerpo con una sábana blanca. Llamaron a un paciente que decía ser pastor y comenzó a pedir por el alma del exdirector, para que encontrara el camino hacia el Señor. Los médicos levantaban sus brazos y el joven doctor no soportó la escena salió del área. Llamó a su madre y le contó que el hombre que causó tanto sufrimiento en la familia no lo haría más - Gracias a Dios-, dijo la madre. Pero estaba engañado si creía que su miseria acabaría con la muerte del exdirector, pues un abogado astuto pidió la revisión de las cámaras de seguridad y en ellas aparecía el joven médico de pie frente a la puerta tratando de ingresar al área. Luego, ocurre el desafortunado corte de energía. La imagen se apaga y al reactivarse se ve al médico alejarse, poco después, cuando el joven médico caminaba confundido en el fondo del pasillo, los doctores encuentran al exfuncionario fallecido. El joven tenía motivos, dijeron los fiscales, y pese a que titubearon con la idea de una divina justicia (pues no había más prueba que un video que no convencía a nadie), la ley es la ley sobre todo cuando tiene un precio, cuando se busca a un culpable, pues la justicia y la prisión no solo es para la gente pobre, también para quien no debían estar en el momento en el que la vida cobra venganza de forma natural.
Anuncios
-Identidad Anónima-
/Anonimia-Anónimus; espacio integral del vacío y lo que no se nombra,
lo que ya no puede nombrarse; nombrar eso que flota en un constante e
irrepetible devenir del darse efectivo de las cosas;
nombrar-decir-evocar un ser que entre otros seres es uno más, algo cada
vez más amorfo, más parecido a un reflejo o una emoción que su materia
inicial, la resultante de un incesante despojo a contrareloj, un total
aparataje reducido a su mínima expresión en calidad de escupitajo
social-económico-político-demográfico cuya ubicación en el cosmos es
similar a un cero a la izquierda, acá estamos, mutilados a tajadas de
pura endemia; seres compuestos de nada y en calidad de préstamo sobre la
bandeja deliberada del capitalismo avorazado y desbocado, máquinas
deseantes, seres sin órganos, objetos dispuestos a todo, y a toda
improducción, a todo falso equilibrio de las fuerzas /anarquía del aquí
ser/ números y números más números en secuencia deslizan sobre una
pantalla lc monitor colgado en la cafetería de alguna universidad, solo
por variar/
/entendemos anonimato no como una cobarde forma de
irresponsabilidad ante lo que se escribe, tampoco como la oportunidad de
jugar mediocremente a ser escritor sin recibir vergonzosas críticas y
comentarios en la cara, mucho menos como una regresión al tiempo cuando
el autor no firmaba sus obras; este anonimato que nos proponemos es en
parte una convicción y una aceptación de nuestro lugar en la periferia
del sistema cultural; en principio es el reconocimiento de esa
periferia, la conciencia del lugar que ocupamos no solo en la economía
artística, sino en todo el sistema cultural; no es la simple aceptación
de unas limitaciones, sino la decisión de trabajar desde esta posición y
sin la intención de con ello, abandonar la marginalidad para “triunfar”
en el mercado artístico; precisamente porque no es algún tipo de
legitimación lo que interesa, y menos aún pretender alcanzar la
“consagración” es que somos anónimos/
/admitimos que aún es ilusorio
el espacio creado en la red internacional para la divulgación “libre” de
pensamientos y propuestas que en nada repercuten, por el momento, en el
académicamente establecido mercado del arte; ante el abrumador número
de blogs y páginas dedicadas a la literatura, habrá que aceptar que cien
lectores diarios no implican un asalto al círculo literario y mucho
menos aseguran una incursión exitosa a la producción literaria /el blog
en Guatemala sin un “nombre” legitimizado es todavía periferia/ la red
internacional le brinda al usuario la posibilidad de encubrirse, de no
mostrase, por lo que es común la utilización de seudónimos y el
anonimato; independientemente de cuál sea la intención por la que se
obvia el nombre, la evasión del yo ocurre o intenta ocurrir; y aunque se
utilice un nombre, será uno entre muchos, ésta es la ilusión del
ciberespacio, la de darnos una voz, pero una entre miles de millones de
voces, la oportunidad de contar nuestra versión de la historia entre
miles de millones de historias, que hacen irreconocible la verdad
>>si es que la hay<< y la desconfianza de ella; lo que hay
es tan solo ruido/
/–desde nuestra actual perspectiva esto no
importa–, porque aunque seamos anónimos y proyectamos el alcance de la
mayor cantidad de lectores, el blog es solo un medio, entre otros/
/ser
anónimo es más que negar una identidad improvisada a diario, más que un
código de barras, más que sólo un nit (número de identificación
tributaria), más que un voto nulo o en abstencionismo, más que XX o la
masa que desfila a la fosa común; en este acá y ahora en el que nos
destazamos, el anonimato es una manera del suicidio, una forma de
negación del conjunto de parafernalias y elementos fatuos; hacerse el
paria, hacer el magnicidio social del propio y tan egoista yo, sea el
que sea, al precio de una identidad clonada al infinito masa, expuestos
al plagio y la anulación de un ser, sea el que sea; soltarse del anhelo
de trascendencia para abrazar el momento, lo efímero, todo esto
perecedero, saltar a las vías bajo las ruedas del tren histórico,
tatuarse cual texto de spray a lo largo y alto de las paredes de la
ciudad, graffiti de hoy y mañana quizás ya no, palabras con fecha de
caducidad, quizás voces desteñidas por el clima /según el ambiente/
quizás rasgadas quizás lavadas quizás cubiertas por una nueva capa de
pintura/
/porque el anonimato para nosotros no es una evasión de la
responsabilidad o una cobardía, es también un desprendimiento del nombre
y del apellido; no escondemos nuestros nombres sino, no necesitamos de
la determinación arbitraria que nombra lo que somos; lo que implica
despojarnos de la historia que se nos impone; la familia de la que soy
miembro y su procedencia, mi procedencia; tampoco su negación, sino un
despojamiento de su determinación en nosotros que nos asigna un lugar
dentro de la genealogía de nombres intrascendentes de este país; somos
anónimos porque no necesitamos de nuestros nombres y no pretendemos
“hacernos” de uno, para que con los años nos lleguen las invitaciones a
intrascendentes conversatorios acerca de literatura o nos pidan que
comentemos un libro, créernos los intelectuales de turno y vivir esa
paja de vida/
/en este sentido lo que intentamos negarnos con el
anonimato es la esencia, no hay nada nuestro que sea único, especial e
irrepetible; no tenemos rostro, ni nombre, ni historia, ni lugar;
reconocemos, como muchos otros antes que nosotros, que somos una especie
de vacuidad rellena de lenguaje >>independientemente de sus
limitantes y equívocos<< así que lo único nuestro es la
configuración con la que llenamos el vacío que somos, forma ya repetida
hasta el tedio; no pretendemos innovar nada, estas palabras no nos
pertenecen, ya fueron dichas, es parte de lo que está, de lo que se
dice/
/literariamente tampoco queremos ser pretenciosos, el anonimato
para nosotros es una coincidencia no un estilo, no compartimos una
forma, tal vez algunas referencias e intenciones, fuera de ello somos
simples humanos que se cansaron de estar arrinconados/
/anónimos son
los sujetos en la fila del supermercado, en la fila del pago de
servicios, en la fila del banco o del pago en línea, en la fila de cobro
de indemnización por estafa; anónimos son los privados de libertad y
justicia, son los hacinados en pulcras oficinas o en industrias y
maquilas transnacionales, en hospitales públicos, en asilos para
ancianos, en internados de rehabilitación o para enfermos mentales;
anónimos son los que se arrastran a diario mendigando un poco de ternura
compasión o solidaridad, los arrinconados en cuartuchos de hotel barato
para fumar crack, los que duermen en la calle, los que corren para
todos lados pero sin destino, los que se amontonan y arrebatan entre las
migajas de miseria que caen de la mesa de los estados y gobiernos/
–primer borrón–
S.o.P.a.
viernes, 18 de mayo de 2012