La Maldición de Tunatiuh

A Bairon Garcia

Oxlajuj I´x partió en medio del día y la noche, los ancianos sabios lo dejaron ir, en su búsqueda, nada podría detener el paso, apresurado, sin camino y lejos de cualquier contacto, el morral con sus debidas ofrendas al hambre, y a cada paso con la seguridad de encontrar las respuestas correctas, respuestas inconclusas que le hicieran partir en busca de un guía.

En la espesa selva encontró lo necesario, la cerbatana le vertía el alimento de pájaro, las manos que ayudadas de la vista hacían escoger el mejor de los alimentos en hojas y raíces, en el cobijo de algunas cavernas inexploradas encontró el total desprendimiento de cualquier temor que por costumbre aun arrastraba. Noches interminables de imploración al fuego, de postración al agua, caída del cielo, miles de conjuros al viento y suficiente apreciación del suelo que le brindaba el camino para encontrar su propio santuario.

Despertó en medio de la bruma, una mañana, medio tullido de frío y cansancio, alargo su paso, tropezó en medio de su camino con el lugar que buscaba, encontró agua estancada, mucha estancada de lluvia, talvez de un río que murió o talvez las lagrimas del Dios que lo esperaba. Se entrego a su contemplación, a la paz consigo mismo, a ver el juego de las fuerzas en un solo estado, el reflejo del fuego que destella sobre la superficie, el viento que alimenta el movimiento de la superficie, y de la tierra que brota nuevos seres parásitos.

Espero el sueño para despejar sus dudas, en medio de la oscuridad con el reflejo de el majestuoso y femenino astro escucho la voz, el camino a ser instruido, despojado de ropas se introdujo en el agua, dejando lo arrastrara a su centro, ya los brazos del agua lo detuvieron en su margen, suaves dedos acariciaban su cuerpo, estos fueron los mismos que lo despojaron de sus limites corporales para hacerlo uno con el liquido, se disolvió en el agua, sus moléculas se hicieron parte del elemento, esparcido en la laguna fue parte del todo, fue ligeramente separado, fue pellizcado por cada gota de lluvia que caía, estas se hacia parte de su cuerpo, caía la lluvia sobre el, sintió el estallido de el agua en el, transparente, fluida.

Algo acaricio su cuerpo, lo distinguió en medio del placer de ser elemento, la representación de Dios en animal, Dios que se alimenta de su creación, el Jaguar que bebe a sorbos de lengua parte de su cuerpo, que ya sobraba con la lluvia, ahora Dios hace justicia bebiéndolo, la verdad esta ante sus ojos. Sale medio ahogado, medio aturdido, pero con el cuerpo aun siendo elemento. Llega a su lecho para descansar hasta que el astro paternal y centro del universo lo saque del trance.

En lo mas alto del cielo esta el rey en el trono, destellando implacable sobre todo cuanto este a su paso, ya las brazas de Oxlajuj I´x arden, el fuego se alimenta de sus manos, blanco y espeso humo de copal le muestra el espacio infinito de forma femenina, le muestra cada mundo, cada espacio del universo, incomprensible en ese momento ve la sangre evaporada de su pueblo, ve ríos de sangre alimentados de sus abuelos, de sus padres, de cada descendiente, no comprende tal sortilegio, no entiende el futuro incierto, no lo cree, trata de apagar su turbación exhalando un grito aterrador, danza alrededor del fuego para aclarar la visión, es inútil, implora a su Dios la respuesta, sigue brotando sangre de cada piedra, pero no logra comprender la mano implacable del sostén del universo, Tunatiuh.

De tu boca nace el viento
como de la mía la palabra.

Del movimiento de la hojas
nace cada palabra tuya.

Necesito entender cada frase
para lograr descifrar este dolor.

Gritos desesperados brotaron de su boca, las aves montaron vuelo sin brotar ningún sonido de sus alas, la fuerza de su voz fue aterradora, pero después de pronunciar la última palabra nada se movió. Callo sobre sus rodillas.

Con tu voz en el viento
dime que debo hacer.

Ni los insectos hicieron el menor ruido, todo quedo en calma, ni las sombras produjeron una nueva forma, todo quedo en silencio, el dolor hizo presa a su pecho, ya un ave gallinácea estaba petrificada, sin movimiento, ni sonido, todo estaba detenido en el tiempo, se paro de un golpe, se enfrento al ave macho de cresta roja, esta no produjo ningún movimiento al verlo venir, se dejo tomar por el cuello, el plumaje negro giro por el aire a manos Oxlajuj, en una mano el gallo y en otra ya despuntaba el pedernal del cuchillo, la hoja atravesó de un tajo el pescuezo del ave, ni un sonido, ni las hojas al ser pisadas, ni las gotas de sangre que caían de su cuerpo, exprimió cada gota de sangre del ave, la vertió sobre si mismo, cayo de nuevo sobre sus rodillas, al tocar el suelo sus huesos produjeron de nuevo el sonido, fue un estallido como el día que se formo el universo, expansivo.

Quedo cubierto de la sangre hasta la lluvia del tercer día en que retomo el regreso sobre sus pasos, el regreso fue lento, mas atento a descubrir las plantas para el trance, necesitaba respuestas concretas, paso a otros planos, se alimento menos, y trataba de descubrir la respuesta del silencio, lo intento miles de veces, apaciguar su mente, pero era inútil, no lograba descubrir las palabras del silencio, ese silencio que jamás lograría revivir, de nuevo intento encontrar la respuesta en el humo, esta vez verde.

Inútil desprendimiento, nada encontraba por respuesta, sabia que lo tenía todo, pero no entendía nada, retorno a las mismas cavernas para retomar sus ideas pasadas para olvidar las nuevas, pero era demasiado tarde, era tiempo de retornar, algo lo arrastraba a no detenerse, el vuelo de Gucumatz le advirtió que debía regresar, era el momento.

Con más preguntas que respuesta se enfilo al camino de su aldea, dejo el cansancio, dejo la confusión, algo era diferente, el camino no era el mismo, no tenía la misma fuerza. Desolación a su paso era lo único que distinguía en el cielo, en la voz de las aves, en la temperatura de la tierra, la tristeza invadió su cansado cuerpo. A la sombra del corazón del cielo logro dormir después de muchas noches de caminar, en la oscuridad de su mente lo enfrento la bestia mas horrenda jamás imaginada de Xibalba, una bestia iracunda, bestialmente blanca, con exacciones de sonidos aterrantes, no pudo despertar hasta que se postro ante feroz animal, de un salto se incorporo de inmediato, no descansaría hasta estar de nuevo en su tierra, en su espacio, con sus abuelos.

A la distancia distinguió excesivo humo que venia de su aldea, corrió con las ultimas fuerzas que guardaba para descansar, entro en el recuerdo detenido de lo que fuera una aldea, cenizas aun frescas, sangre en ríos sobre el suelo, los abuelos esparcidos y revueltos en partes por todos lados y ninguna mujer a la vista, su casa derrumbada, sus padres en ningún lado, nadie podía detenerlo, corrió por todos lados, se tomo del cabello para tratar de poner en orden sus ideas, pero la furia lo inundaba, en vano busco en los despojos de la aldea, en vano grito los nombres de sus habitantes, un dolor en el pecho no lo dejaba tomar aire, lagrimas de rabia brotaban tratando de lavar el exceso de sangre en la tierra y sus pies.

Se disparo de inmediato a los montes, encaminado a la casa de los Xamanes, de sus guías, en medio de los espesos montes encontró la desnudez de sus mujeres, desprendidas de toda ropa, reducidas a despojos, utilizados y abandonados, la ira de Oxlajuj I´x era incontenible, no comprendía que sucedía, trato con todas sus fuerzas de escapar de este sueño maldito sin sentido, lleno de mutilación y sangre, ya lo acariciaba el recuerdo de ese humo que le mostró cada escena en la que se encontraba.

De la boca de un niño que ahora estaba bajo su protección se entero que el causante fue Tunatiuh, fui incomprensible, pero al seguir andando en las cercanías de su aldea lo asumió como cierto, no intento regresar a sus escombros, miles de zopes le demostraron que era inútil regresar, ellos se encargaron de limpiar lo que quedaba, Oxlajuj juro extinguir al Dios causante de tanta devastación, veía a lo lejos el humo de su implacable mano, dio por procurarse de las armas necesarias para extinguir a tal demonio, recogió los frijoles rojos que en las destruidas chozas de los Xamanes aun logro encontrar, y dentro de su morral ya incluía todo el maíz con hebra roja para la cerbatana.

Dejo al niño en un lugar seguro y se perfilo al bosque para la preparación del altar, necesitaba imprimirle la fuerza necesaria a sus armas, brazas, llamas alimentaron la puerta entre las fuerzas y los elementos, ya esparcidas estaba el fríjol rojo, el Maíz de hebra roja y la cerbatana heredada de su abuelo, ahora mas suya, y el mas seguro de la maldición que tenía encima, lacero sus brazos para obtener la fuerza de sus armas, su garganta ya imploraba a los espíritus de la muerte para que se concentraran en un solo lugar, en su sangre para engendrar la muerte de aquel Dios, del que había propagado su mano maléfica sobre su pueblo.

Después de algunos días de preparación, abandono al niño que sabia correría mejor suerte solo que con el, el ahora corría con el destino de matar a Tunatiuh, poca probabilidad de ganar, lo sabia, seria mejor que el destino se llevara al informante, ahora solo tendría suficiente espacio para concentrar su ira, el dolor para producir el golpe perfecto e impecable, logro encontrar a los malditos destazadores, en medio de la noche, los gemidos de las mujeres poseídas por malditos agresores hicieron mas fácil detectarlos, espero el amanecer para interceptarlos en su camino.

En las ramas de un árbol esperaba a que aparecieran, ni una gota de cansancio lo hicieron dudar, estaba ahí, apacible y prestando atención, ya venia el grupo, eran varios o muchos, eran sonidos extraños para su mente, bajo de donde estaba, coloco los frijoles en su mano, y un puñado del Maíz en su boca, respiro varias veces profundamente, y salio despavorido a su encuentro.

Demoníacas imagines a su vista y difíciles de digerir para su mente, enorme bestia blanca, profiriendo espantosos alaridos al encontrarse con Oxlajuj I´x, enormes bestias lo acompañaban, no era solo una, no es un solo Dios promoviendo la maldad, como el lo imaginaba, el fríjol cayo de sus manos, como su cuerpo al divisar aquel Dios que no era digno de ver a miserable ser. No logro escupir nada por la cerbatana, ni mucho menos intento esparcir la maldición del fríjol, al tener a la vista a esa descomunal bestia solo pudo extraer el cuchillo de pedernal para clavárselo el mismo en el pecho, para extraerse el corazón y entregárselo a digno Dios.

Publicado originalmente 01/06/2006
Dedicatoria original:
a Byron por hacerme conciencia que tengo que ir a trabajar todos los putos malditos días, Gracias.