Se sentó, emocionado, en la banca
del bus. Sacó de su bolsillo el aparato que había encontrado unos minutos antes
y se puso a curiosearlo. Sus dedos se deslizaron rápidamente por la pantalla
táctil. El teléfono estaba desbloqueado y con un movimiento se abrió la
pantalla principal.
Se veía como un teléfono celular
ordinario, de esos baratos que son producidos por millones en Asia y de los que
se venden miles de unidades en los kioscos de la ciudad, carcasa negra,
pantalla negra, un poco rayada, pero funcional.
Se felicitó por su astucia al
encontrarlo mientras iba caminando de noche por la acera viendo al vacío,
pensando en cualquier cosa. Reparó un poco en lo que parecía ser una escena de
crimen a unos metros de distancia, con agentes del Ministerio Público
levantando un cadáver. Con el rabo del ojo creyó distinguir un reflejo a poca
distancia y alcanzó a distinguir el objeto brillante, como si se hubiese dejado
encontrar a propósito.
Empezó a desplazarse por los
distintos menús, nada interesante, las redes sociales de siempre, los
programas normales, tuvo un poco de problema cuando quiso ver las
especificaciones del sistema, por alguna razón no pudo pasar más allá del
título en el menú de configuraciones. Pensó que eso no tenía mayor importancia,
con que pudiera hacer llamadas y tomar fotos sería suficiente.
Hablando de fotos, fue la
galería. Nada interesante, parece que las fotos las ha tomado un niño, puras
imágenes borrosas, algunas fotos de distintos tipos de suelo, algunos con
grama, otros de tierra, otros de asfalto, algunas fotos completamente negras, algo extrañas tal vez, pero hasta cierto punto normales.
Un reflejo lo distrajo, volvió hacia
la ventana y vio su imagen, el reflejo del aparato en el vidrio del bus emitía una luz un poco más intensa de lo que percibían sus ojos al ver la pantalla directamente. Eso le
pareció un poco extraño, más extraño le pareció que el reflejo de la pantalla
no era exactamente lo que él veía al posar su mirada sobre la misma. En el
reflejo se veía un rectángulo blanco, con líneas tornasoladas que formaban una
especie de óvalo.
Eso lo perturbó un poco, siguió
curioseando, ¿de quién habría sido este aparato? ¿Por qué lo habían dejado
tirado? Tal vez era del muerto, pero eso no tenía sentido, un teléfono se
mantiene en el bolsillo, no se deja tirado antes de morir, a no ser que haya
querido llamar a alguien antes de dejar de existir de forma violenta. La lista de
contactos tenía muchos nombres, nada del otro mundo, eso se puede borrar. El reflejo
le seguía molestando.
Revisó el historial de llamadas, en el historial habían solo llamadas a emergencia, eso sí era raro. Pensó que probablemente el anterior dueño del teléfono era el muerto, se sintió un poco incómodo, tal vez sería mejor devolverlo. Quién sabe si podría encontrar algo en la memoria que le diera algún detalle del propietario, tal vez hubiera sido mejor devolverlo de inmediato.
Vio otra vez a su izquierda, la
imagen formada por las líneas de colores seguía en el mismo lugar donde debía
estar el fondo de pantalla. Curioso, pensó, al fijarse con más detalle en el
reflejo parecía que en la mitad superior del óvalo se formaban un par de
círculos menores, como si fueran ojos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo.
Sacudió la cabeza, el cansancio
debía estar jugándole bromas. Le cruzó una idea por la mente, le dio vuelta al
móvil, quitó la tapa. Con los ojos desorbitados comprobó que no había batería.
¿Cómo era posible? Puso la tapa de nuevo y con horror comprobó que la pantalla
seguía allí encendida, mostrando sus menús y sus opciones, como cualquier móvil
inocente.
Agitado volvió otra vez a su
izquierda, el reflejo también estaba allí, con su imagen oblonga, ahora además habían dos círculos
negros, como cuencas vacías donde antes debían haber ojos que parecían ahora seguirlo
con la mirada. El corazón le dio un vuelco cuando vio también lo que parecía
ser una sonrisa diabólica en ese rostro.
Sacudió la cabeza, este es un mal
sueño, una pesadilla, estoy soñando de seguro, voy a cerrar los ojos y al
abrirlos de nuevo voy a despertar, todo va a estar bien.
Apretó los ojos por unos
instantes, un frío le recorrió el cuerpo, cuando los abrió notó algo extraño. Ahora
el reflejo estaba a su derecha.
Se sintió desorientado, si antes
claramente el reflejo estaba a la izquierda y ahora lo ve a la derecha… no, es
una ilusión, se tranquilizó un poco cuando vio que su reflejo tenía la pantalla
ahora normal, pero eso se esfumó cuando ahora la pantalla que él veía ahora
directamente era más brillante que lo normal, con una especie de rostro
haciendo una mueca monstruosa frente a él.
Quiso soltarlo, pero el teléfono
parecía flotar en un espacio sin gravedad, quiso levantarse y tirarlo lejos,
alejarse de esa cosa maldita que había caído en sus manos y ahora de alguna
manera lo tenía atrapado. Se dio cuenta cómo mientras él se retorcía en una dimensión extraña tratando de
deshacerse de esa cosa, su reflejo seguía sentado en la banca del bus,
deslizando sus dedos como si nada por el aparato endemoniado. Quiso gritar pero
no salió ni un sonido, se agitaba cada vez más, sentía volverse loco. Empezó a golpear el vidrio desaforadamente, su doble seguía con la mirada fija al frente, gritaba a todo pulmón. Cerró los
ojos otra vez tratando de escapar.
Al volver a abrirlos se encontró
envuelto en un espacio completamente negro, había una pequeña luz arriba, alzó
la vista y se vio a sí mismo, estaba viéndose ahora con la mirada perdida y
fija hacia su propio reflejo. ¡Estaba ahora atrapado dentro del celular! Tuvo la corazonada de que no tenía forma de salir
de esas tinieblas y que en algún momento esa pantalla iba a apagarse.
Pudo ver a través del vidrio cómo su rostro, su cuerpo, se levantaba de la banca y se bajó del bus como un autómata, como un grotesco zombie, la mirada en su rostro se fue
haciendo opaca y fría mientras abría la boca hasta quedar en una posición rígida, como si los músculos de su cara dejaban de funcionar, después de caminar unos cuantos metros se sintió caer,
como si él mismo hubiese soltado el aparato y se posó de nuevo en el suelo,
impotente se vio como si fuera una macabra película caminando como borracho, de
nuevo quiso gritar que no se fuera, que regresara, no pudo proferir ni un
sonido, se sintió morir cuando vio que después de unos pocos metros el cuerpo que caminaba cual marioneta se desplomó, sin vida ya.
Un nuevo nombre se escribió en la libreta de contactos, la pantalla se apagó después de un minuto.
A las pocas horas, otro
transeúnte que atinó a pasar por ahí encontró un cadáver, quiso llamar a la
policía pero no tenía cómo. Por suerte encontró un celular tirado que pareció
brillar a su lado, como si quisiera ser encontrado.