Me sugeriste que escriba un poema sencillo. Que trate con palabras sencillas. Esas palabras que alcancen un mundo a veces sordo, a veces atento, como si pudiera hacer llover en todas partes y la primavera fuera una sola en la frente de cada uno. ¿Y cómo se hace? Primer intento: Me gusta observarte cuando duermes. Cuando parece que todo se calla afuera y todo me hace bulla adentro. Segundo intento: Estoy observando la taza de café quedarse congelada mientras tengo palabras hirvientes a flor de lengua. Tercer intento: Esto no es un poema sencillo.
Acá tenemos el sol,
acá podría acabarse el verso.
La poesía desenreda cabelleras,
y yo me enredo entre nubes
dejando caer mi ropa interior
a los pies de tu complejidad.
¿Lo ves?