El fuego se lo come todo. Se come la cera en una
imploración divina. Se come los bosques, me devora a mí, en el incienso, me
posee, arde y carcome. Gritos ahogan el dolor, a pocos, ideas que caen y sigue
ardiendo, no para, me devora como a los bosques, es como infinito gas que no se
extingue, el sol dentro de mí, tratar de deshacerse de el, imposible, inútil,
ni escupiendo, ni gritando, ni el agua, solo perdura dentro. El ritual que sale
mal.