La mente ha quedado atascada después del enfriamiento creado por suspiros no merecidos.
Hay en el sendero aves muertas y árboles estallando flores tornasol… parece que todo está bien, parece que todo está siendo sin ser.
No pretendo explicar mi delirante minuto de silencio, solo no quiero quedarme con esas imágenes acá en el pecho ardiendo, pues ya no hay calma y mucho menos sueños a recordar.
He encontrado segundos donde estoy dentro de espejos, viendo arbustos que cambian de lugar cada día, y en cada noche los veo agigantarse envueltos en un vaho de eternidad, de futilidad… los veo hasta desvanecerme, y ser un halo más alrededor de estos, y soy el universo completo, y soy una minúscula partícula de polen.
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No sé recuerdo mi última caminata cigarro en mano, solo están algunas escenas que no enfoqué, imagino que nada tiene validez o importancia cuando hay… cuando hay búsqueda, cuando hay emoción, cuando… ya las rutinas son palabras que se remojan con sereno de martes en la madrugada. Algunas mañanas despierto con la vaga imagen de mí hablando con mi sombra, de mis pasos sonando sobre piedras y asfalto, de mis ojos perdidos en el horizonte. Y entonces me derrumbo al verme. Ya no hay tiempo para perder tiempo, mis letras deben cesar.
Ahora ya solo humo y silencio es lo que me acompaña, he abandonado la búsqueda de jardines en desiertos, ahora me mantengo dentro de un espejo deambulando sobre un laberinto que me desvanece si no sonrío al crear anagramas, anagramas que me delatan débil, silente, cadencioso.