/Anonimia-Anónimus; espacio integral del vacío y lo que no se nombra,
lo que ya no puede nombrarse; nombrar eso que flota en un constante e
irrepetible devenir del darse efectivo de las cosas;
nombrar-decir-evocar un ser que entre otros seres es uno más, algo cada
vez más amorfo, más parecido a un reflejo o una emoción que su materia
inicial, la resultante de un incesante despojo a contrareloj, un total
aparataje reducido a su mínima expresión en calidad de escupitajo
social-económico-político-demográfico cuya ubicación en el cosmos es
similar a un cero a la izquierda, acá estamos, mutilados a tajadas de
pura endemia; seres compuestos de nada y en calidad de préstamo sobre la
bandeja deliberada del capitalismo avorazado y desbocado, máquinas
deseantes, seres sin órganos, objetos dispuestos a todo, y a toda
improducción, a todo falso equilibrio de las fuerzas /anarquía del aquí
ser/ números y números más números en secuencia deslizan sobre una
pantalla lc monitor colgado en la cafetería de alguna universidad, solo
por variar/
/entendemos anonimato no como una cobarde forma de
irresponsabilidad ante lo que se escribe, tampoco como la oportunidad de
jugar mediocremente a ser escritor sin recibir vergonzosas críticas y
comentarios en la cara, mucho menos como una regresión al tiempo cuando
el autor no firmaba sus obras; este anonimato que nos proponemos es en
parte una convicción y una aceptación de nuestro lugar en la periferia
del sistema cultural; en principio es el reconocimiento de esa
periferia, la conciencia del lugar que ocupamos no solo en la economía
artística, sino en todo el sistema cultural; no es la simple aceptación
de unas limitaciones, sino la decisión de trabajar desde esta posición y
sin la intención de con ello, abandonar la marginalidad para “triunfar”
en el mercado artístico; precisamente porque no es algún tipo de
legitimación lo que interesa, y menos aún pretender alcanzar la
“consagración” es que somos anónimos/
/admitimos que aún es ilusorio
el espacio creado en la red internacional para la divulgación “libre” de
pensamientos y propuestas que en nada repercuten, por el momento, en el
académicamente establecido mercado del arte; ante el abrumador número
de blogs y páginas dedicadas a la literatura, habrá que aceptar que cien
lectores diarios no implican un asalto al círculo literario y mucho
menos aseguran una incursión exitosa a la producción literaria /el blog
en Guatemala sin un “nombre” legitimizado es todavía periferia/ la red
internacional le brinda al usuario la posibilidad de encubrirse, de no
mostrase, por lo que es común la utilización de seudónimos y el
anonimato; independientemente de cuál sea la intención por la que se
obvia el nombre, la evasión del yo ocurre o intenta ocurrir; y aunque se
utilice un nombre, será uno entre muchos, ésta es la ilusión del
ciberespacio, la de darnos una voz, pero una entre miles de millones de
voces, la oportunidad de contar nuestra versión de la historia entre
miles de millones de historias, que hacen irreconocible la verdad
>>si es que la hay<< y la desconfianza de ella; lo que hay
es tan solo ruido/
/–desde nuestra actual perspectiva esto no
importa–, porque aunque seamos anónimos y proyectamos el alcance de la
mayor cantidad de lectores, el blog es solo un medio, entre otros/
/ser
anónimo es más que negar una identidad improvisada a diario, más que un
código de barras, más que sólo un nit (número de identificación
tributaria), más que un voto nulo o en abstencionismo, más que XX o la
masa que desfila a la fosa común; en este acá y ahora en el que nos
destazamos, el anonimato es una manera del suicidio, una forma de
negación del conjunto de parafernalias y elementos fatuos; hacerse el
paria, hacer el magnicidio social del propio y tan egoista yo, sea el
que sea, al precio de una identidad clonada al infinito masa, expuestos
al plagio y la anulación de un ser, sea el que sea; soltarse del anhelo
de trascendencia para abrazar el momento, lo efímero, todo esto
perecedero, saltar a las vías bajo las ruedas del tren histórico,
tatuarse cual texto de spray a lo largo y alto de las paredes de la
ciudad, graffiti de hoy y mañana quizás ya no, palabras con fecha de
caducidad, quizás voces desteñidas por el clima /según el ambiente/
quizás rasgadas quizás lavadas quizás cubiertas por una nueva capa de
pintura/
/porque el anonimato para nosotros no es una evasión de la
responsabilidad o una cobardía, es también un desprendimiento del nombre
y del apellido; no escondemos nuestros nombres sino, no necesitamos de
la determinación arbitraria que nombra lo que somos; lo que implica
despojarnos de la historia que se nos impone; la familia de la que soy
miembro y su procedencia, mi procedencia; tampoco su negación, sino un
despojamiento de su determinación en nosotros que nos asigna un lugar
dentro de la genealogía de nombres intrascendentes de este país; somos
anónimos porque no necesitamos de nuestros nombres y no pretendemos
“hacernos” de uno, para que con los años nos lleguen las invitaciones a
intrascendentes conversatorios acerca de literatura o nos pidan que
comentemos un libro, créernos los intelectuales de turno y vivir esa
paja de vida/
/en este sentido lo que intentamos negarnos con el
anonimato es la esencia, no hay nada nuestro que sea único, especial e
irrepetible; no tenemos rostro, ni nombre, ni historia, ni lugar;
reconocemos, como muchos otros antes que nosotros, que somos una especie
de vacuidad rellena de lenguaje >>independientemente de sus
limitantes y equívocos<< así que lo único nuestro es la
configuración con la que llenamos el vacío que somos, forma ya repetida
hasta el tedio; no pretendemos innovar nada, estas palabras no nos
pertenecen, ya fueron dichas, es parte de lo que está, de lo que se
dice/
/literariamente tampoco queremos ser pretenciosos, el anonimato
para nosotros es una coincidencia no un estilo, no compartimos una
forma, tal vez algunas referencias e intenciones, fuera de ello somos
simples humanos que se cansaron de estar arrinconados/
/anónimos son
los sujetos en la fila del supermercado, en la fila del pago de
servicios, en la fila del banco o del pago en línea, en la fila de cobro
de indemnización por estafa; anónimos son los privados de libertad y
justicia, son los hacinados en pulcras oficinas o en industrias y
maquilas transnacionales, en hospitales públicos, en asilos para
ancianos, en internados de rehabilitación o para enfermos mentales;
anónimos son los que se arrastran a diario mendigando un poco de ternura
compasión o solidaridad, los arrinconados en cuartuchos de hotel barato
para fumar crack, los que duermen en la calle, los que corren para
todos lados pero sin destino, los que se amontonan y arrebatan entre las
migajas de miseria que caen de la mesa de los estados y gobiernos/
–primer borrón–
S.o.P.a.
viernes, 18 de mayo de 2012