El anciano

Al abrir la ventana, él ya estaba ahí, un anciano que simplemente me observaba, no recuerdo si en realidad era una ventana o la puerta del botiquín sobre el lavado, pero él estaba ahí, con su mirada fija en la mía, hipnótica, fría, sentado y con esos hilos de humo con cabeza de serpiente que salían del suelo donde se encontraba sentado, con ondulante danza los hilos y serpientes se desvanecían, el olor a especies se expedía en todo el lugar, en ese que no recuerdo. En su cabeza tenia un tocado que aún no puedo recocer, pero pertenece a algo que ya conozco, no sé porque estaba ahí, ni porque esta vez no dijo ni una sola palabra, estaba estático, inmóvil solo observándome, como tratando de decirme que no iba ser la primera vez, que lo iba pensar todo el tiempo y lo encontraría en cada contorno de madera o en los dibujos del suelo, lo último que recuerdo es que levanto su brazo y en su mano contenía la cabeza de su presa o un sacrificio que me vencía.